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Bebés y Pantallas

11 de Julio de 2022 por Jardín Infantil Pachakuti

Es perjudicial!!! y al respecto no hay discusión entre científicos y expertos, las pantallas en la primera infancia (0 a 4 años) son tremendamente perjudiciales.

En ocaciones los padres llegan a sentir orgullo por la "destreza y autonomía" que demuestra su hijo frente al "manejo de la tecnología".

Y porqué no decirlo, también les resulta un alivio a la hora de cenar, conversar con amigos, durante un traslado en transporte público, trabajar o simplemente descansar.

¿Qué pasa en sus cerebros?

Esta alta exposición a las pantallas eleva indiscriminadamente los niveles de dopamina, al igual que las drogas en los adultos, lo que genera un intenso deseo de placer, que al verse restringido de la pantalla, trae angustia y desesperación.

Y no sólo eso...

A lo anterior, debemos sumar que en la primera infancia, el cerebro se encuentra en pleno desarrollo de sus redes neuronales, las que se forman cuando el bebé o niño está en movimiento, usando su imaginación, manipulando texturas, jugando con otros, riendo a carcajadas, experimentando vivencias, etc.

Por lo que la pantalla no sólo afecta las redes neuronales que se encuentran en desarrollo, sino también impide que otras nuevas se formen.

Impacto a corto y largo plazo

Eventualmente, los niños altamente expuestos a pantallas durante la primera infancia, podrían retrasar su capacidad de hablar, caminar, entre otras funciones básicas que se forman en los primeros años y a futuro, podría traducirse en niños con una escaza capacidad de autorregulación, con una alta probabilidad de no poder dejar su cuerpo quieto en clases y sentirse aburridos permanentemente en el aula y mientras se encuentren lejos de una pantalla o un smartphone.

Desde pequeño se pueden observar altamente irritables, con escasa capacidad´para enfocarse plenamente en algo, en donde cualquier "notificación de celular" que se escuche en el ambiente, implica una desconcentración, que le tomará bastante tiempo para retomar en lo que estaba.

Y ¿cómo se puede mejorar?

Se requiere de adultos comprometidos con la formación de los niños, para enseñarles a jugar y generar las instancias para que lo puedan hacer libremente.

Y si ya se generó una adicción a las pantallas, se debe hacer paulatinamente y tratar como cualquier adicción que se pretende dejar.

En conclusión

De cero a cuatro años la exposición a la pantalla debe reducirse a CERO, porque le restamos potencial a la formación de su cerebro.

Y si bien, el cerebro se demora aproximadamente 21 años en formarse, es en la primera infancia en donde se produce casi el 75% del neurodesarrollo, de ahí lo crucial de la etapa que se vive.

Nunca es tarde para cambiar los hábitos, tanto nuestros como los de nuestros hijos. Siempre con compromiso, amor y pensando en la calidad de su futuro.

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